domingo, 15 de julio de 2012

El Arte de la Resurrección - Reseña

Título: El Arte de la Resurrección 
Autor: Hernán Rivera 
Editorial: Alfaguara
Año de publicación: 2010 

Sinopsis 

En 1942, Domingo Zárate Vera, más conocido como el Cristo de Elqui, un vagabundo que se cree la reencarnación de Cristo y que desde los treinta y tres años lleva diez predicando por las tierras chilenas, se entera de que en una de las oficinas salitreras vive una prostituta que siente veneración por la Virgen del Carmen y a la que sus clientes consideran una verdadera creyente, Magalena Mercado. Domingo, que ya ha tenido una serie de discípulas-amantes, va en busca de ella para convencerla de que le acompañe en su sagrada misión de advertir a las gentes de la inminente llegada del fin del mundo.


Opinión Personal 

Cuando escogí este libro lo hice pensando, "vamos primero con el que más pesado" y lo decía por el tipo de trama, no por el tamaño.
Sí, lo inicié sin muchas ganas y conforme avanzaba la historia, debo aceptar que la lectura se me hizo un poco densa por momentos, ya sea por lo bizarro de algunas situaciones o por el no poder dejar de comparar -mi yo cristiano hablando en esa ocasión- ciertas similitudes con las pericias que pasó Jesús, el Cristo, con este estrafalario charlatán de pampa y sus pericias por encontrar a la puta santa o la santa puta (sí, ni yo misma sé cómo tildarla). No me asombra después de haber acabado el libro, que el autor se llevara con creces el "Premio Alfaguara de novela 2010" por esta obra.

Una obra maestra, sí, definitivamente llevaba tiempo sin hacer tantas anotaciones en un solo libro. Una obra que como bien cita este estrafalario Cristo de Elqui, "cuando los creyentes hablamos con Dios se dice que estamos rezando, pero cuando Dios nos habla, entonces somos unos pobres locos esquizofrénicos".
Una obra que muestra a un Cristo moderno, de túnica y barba andrajosa, que mezclaba parábolas y fragmentos de la biblia junto a conocimientos de su propia cosecha para predicar. "Arrepiéntanse hermanos que el fin del mundo se acerca", "La franqueza es la llave de la buena amistad", o sus ya reconocidas recetas caseras, como la que empezó a gritar a voz en cuello frente a todos esos hombres que esperaban ser atendidos por Maguita, "Para curar esta enfermedad infecciosa -refiriéndose a la gonorrea-, se debía cocer, en dos litros de agua, una mezcla de yerba de plata, espiga de choclo, raíz de espárrago, pingo pingo y pichi" y tantas otras cosas más. Sí, un hombre catalogado como peligroso por la iglesia católica y como una persona enferma que sufría de "delirio místico crónico" por el Estado, pero que en medio de chorrada y media tenía vislumbres de filósofo de pacotilla. ¡Dios, hasta yo me hubiese detenido a escucharlo!
Y ni hablar de la prostituta Magdalena Mercado, que persiguiendo al cura Sigfrido -como penitencia, ya que lo creía su padre-, llegó a la Piojo, lugar en el que podrán encontrar una gama de locos curiosos, como Don Anónimo por ejemplo. Este viejito que con pala y escoba en mano salía a barrer todos los días las amplias pampas que rodeaban este lugar abandonado por las manos de Dios, silbando la misma cancioncilla de siempre. Pero volvamos a esta puta de gran corazón que movida por la compasión y en nombre del amor, se ofrecerá a seguir con su servicio, pero esta vez por fiado, a todos sus feligreses -sí, los machos cabríos que visitaban su cama- mientras durara la huelga de obreros en la Piojo. ¡Que compasión la de esta mujer! ¡Que viva la santa puta! ¡Que viva Maguita y le metan un plomazo al Cristo pulgoso porque se la quiere llevar de la Piojo!
¡Vaya personajes estos!
¡Y que buena narrativa!
Una obra que conforme agarraba la marcha se fue poniendo cada vez mejor y que quieras o no, te hará pensar en muchas cosas que ya das por sobrevalorado. Un loco que de loco tenía muy poco -ya bueno, puede que sí de mucho-, y que como Santo bien dijo él, "en este mundo los santos esculpidos ejercen mayor influencia que los de carne y hueso".
Una historia que te arrancará alguna que otra sonrisa por momentos. Sí, especialmente cuando este tonto Cristo decida poner a prueba su fe. ¡Pobres fariseos incrédulos que necesitan ver para creer! ¡Déjenme aquí que me levante las polleras para que vean como vuelo!

¡Oh Santo Dios!
Léanla, sólo les puedo decir eso.
Si tuviera que decir algo en contra de este libro, a parte de decir que me resultó densa por momentos, creo que sólo agregaría el que esperaba un final diferente tanto para este Cristo de Elqui como para la Santa Puta y Don Anónimo. Tal vez no sé... ¿una crucificción?

Aquí un pequeño fragmento de la entrevista que le hicieron al, por aquel entonces, famoso Cristo de Elqui.

¿Algún proverbio o pensamiento nuevo, Maestro?
"La franqueza es la llave de la buena amistad."
"La honradez es un palacio de oro."
"Las aves del cielo son más felices que los grandes millonarios, a pesar de dormir en sus patitas y cubiertas sólo de sus plumas."
Y uno que el Padre Eterno me reveló hace sólo unos días, mientras evacuaba mi vientre en plena pampa rasa: "Buen remedio es para la soberbia del hombre volver la cabeza de vez en cuando y contemplar su propia mierda".


¡Amén Hermanos!

2 comentarios:

Hola!

No cnocía el libro, pero se ve interesante... trataré de hacerme con el para ver si me resulta algo denso y sobretodo porque esos libros que te hacen reflexionar ... sobre el tema que sea son de los que hay que leer si o si.

Slds.

Por como lo cuentas pinta muy bien.
Lo buscaré, gracias.

Saludos.